EL SANTUARIO CELESTIAL
Hebreos
8:1-13
A. INTRODUCCION.
1. Vivimos
en un mundo que está cambiando constantemente.
2. En cuanto
a las cosas espirituales, Dios no cambia en su persona, ni en sus propósitos,
pero su trato con la humanidad cambia según la época, y según el comportamiento
de los hombres.
¿Cómo
ha cambiado el trato de Dios con la humanidad a través de los siglos? Aquí te
damos unos ejemplos:
• Al principio Dios dio vegetales al hombre
para comer (Génesis 1:29). Después del diluvio, agregó carne a la alimentación
humana (Génesis 9:3).
• Por muchos siglos Dios obró especialmente
con la nación de Israel (Génesis 12:1-3). Hoy invita a judíos y a gentiles a
acercarse a él por medio de Jesucristo (Mateo 28:18-20).
• En la ley de Moisés Dios estableció
sacrificios de animales como medio por el cual el hombre podía estar en
comunión con él (Levítico capítulos 1-7). Hoy nos acercamos a Dios por medio
del sacrificio de Jesucristo (Romanos 3:21-24).
3.
En el capítulo 8 de Hebreos, Dios nos habla de dos cosas nuevas relacionadas
con su trato con los hombres: un
nuevo santuario y un nuevo pacto. ¿Cómo afecta esto tu vida? Veremos a
continuación.
B. EL NUEVO SANTUARIO.
Hebreos 8:1-6.
- Nuestro sumo sacerdote está en
el santuario celestial. Hebreos 8:1-2.
Ahora bien, el punto principal de lo
que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la
diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del santuario, y de
aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre.
El autor de
Hebreos acababa de ensalzar a Jesucristo como el sumo sacerdote perfecto que ha
ofrecido el sacrificio perfecto. En estos versículos menciona tres cosas
adicionales que muestran la superioridad del sacerdocio de Jesús.
• Nuestro
sumo sacerdote está sentado. No había sillas en el tabernáculo ni en el
templo del Antiguo Testamento. Los sacerdotes no podían sentarse mientras
ministraban en las cosas sagradas. La falta de sillas simbolizaba que el
trabajo de ellos nunca terminaba. Todos los días había que ofrecer animales en
sacrificio por el pecado. Todos los días había que cambiar los panes sagrados y
llenar las lámparas de aceite. Todos los días había que ofrecer incienso sobre
el altar de incienso. Los rituales eran perpetuos, porque eran imperfectos.
Eran apenas sombras de lo verdadero, y no proporcionaban descanso al alma de
los congregantes.
Jesús
en cambio, está sentado. El hizo una obra perfecta sobre la cruz. Ofreció el
sacrificio definitivo por el pecado cuando se ofreció a sí mismo sobre el
cruento altar. Está sentado en el cielo porque su obra está terminada. No queda
más que hacer para salvar a los que a él acuden. El hecho de que Jesús está
sentado nos da gran seguridad. Entendemos que ha terminado su obra a nuestro
favor, y que todo lo que tenemos que hacer para entrar en comunión con Dios es
confiar en él. Descansamos en la obra completa de Cristo, y encontramos paz
para nuestra alma.
• Nuestro
sumo sacerdote está sentado en su trono a la diestra del Padre (Véase
Apocalipsis 3:21). Ningún sacerdote levítico tenía el derecho de sentarse en el
trono real, porque el rey era de la tribu de Judá. De la misma manera, ningún
rey judío podía ofrecer sacrificios, porque esto era oficio designado a los
levitas.
Nuestro
gran sumo sacerdote Jesucristo no solamente está sentado, habiendo terminado
para siempre la obra de nuestra redención, sino está sentado en el trono. Es
rey y sacerdote según el orden de Melquisedec, y tiene toda potestad y gloria.
El trono de rey simboliza autoridad y dominio. Jesucristo ha recibido toda
autoridad para actuar de la mano del Padre. Toda esta creación está bajo su
dominio (Mateo 28:18 y Filipenses 2:9-11).
• Nuestro
sumo sacerdote nos está representando en el verdadero tabernáculo. El tabernáculo que Moisés levantó en el
desierto fue diseñado según el modelo que Dios le mostró en el monte Sinaí
(Exodo 26:30). En el libro de Apocalipsis vemos que el templo verdadero, del
cual el tabernáculo era símbolo, está en el cielo. Veremos esto en detalle más
adelante. Aquí basta decir que el tabernáculo de Moisés fue hecho por los
hombres, y por eso tenía defectos. El templo en el cielo, en cambio, fue hecho
por Dios, y por eso es perfecto en cada detalle.
- El sacrificio que ofrece
nuestro sumo sacerdote es perfecto.
Hebreos 8:3.
Porque todo sumo sacerdote está
constituido para presentar ofrendas y sacrificios; por lo cual es necesario que
también éste tenga algo que ofrecer.
Ya que todo
sumo sacerdote tiene que presentar ante Dios ofrendas y sacrificio, Jesús
también necesita tener algo que ofrecer. De verdad, su ofrenda y sacrificio es
asombroso, porque ofreció a sí mismo para ser el sacrificio por el pecado de la
humanidad.
- Nuestro sumo sacerdote no
ofició en el santuario terrenal.
Hebreos 8:4.
Así que, si estuviese sobre la
tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan las
ofrendas según la ley;
Jesús,
siendo de la tribu real de Judá, no tenía el derecho de ejercer su sacerdocio
en el templo de Jerusalén. Si en verdad él es sumo sacerdote, tiene que estar
oficiando en otro templo. Este templo se encuentra en el cielo.
El
hecho de que este versículo especifica que los sacerdotes levitas todavía
estaban cumpliendo sus funciones en el templo de Jerusalén, es una indicación
clara de la fecha cuando fue escrito Hebreos. El templo fue destruido en el año
70 d.C., de modo que Hebreos tuvo que haber sido escrito antes de esta fecha.
La destrucción del templo un poco después, tuvo que haber sido una fuerte
vindicación de las doctrinas delineadas en este libro. Si todavía se necesitaba
el sacrificio de animales para acercarse a Dios, el Señor no hubiera permitido
la destrucción del único lugar dedicado por decreto de Dios a esta función
(Deuteronomio 12:1-14). Da a entender claramente que ha habido un cambio en la
manera de Dios tratar con la humanidad. El sacrificio perfecto ha sido
ofrecido, y ya no se necesitan más los sacrificios anteriores.
- El tabernáculo terrenal es una
copia del tabernáculo celestial.
Hebreos 8:5.
los cuales sirven a lo que es figura
y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a
erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo
que se te ha mostrado en el monte.
Este
versículo nos enseña que el tabernáculo del Antiguo Testamento representaba
cosas espirituales. En las páginas del Antiguo Testamento tenemos muchos tipos
o símbolos de Jesús y de cosas espirituales. Sin embargo, debemos tener cuidado
de no encontrar símbolos donde no están. La Biblia no es un libro alegórico en
que todos los detalles tienen significado simbólico. Debemos entender la Biblia
en su sentido literal e histórico. Cuando algún evento, personaje, u objeto
tiene significado simbólico, el Espíritu Santo lo revela en el Nuevo
Testamento. En este caso, vemos que el tabernáculo es uno de los tipos o
símbolos más extensos del Antiguo Testamento. De hecho, cada mueble, cada
color, y aun los materiales usados en la hechura del tabernáculo, tienen su
significado espiritual. Simbolizan a Cristo, y también simbolizan el templo
perfecto en el cielo.
SEMEJANZAS
DEL TABERNÁCULO DE MOISÉS Y EL TEMPLO EN EL CIELO
Éxodo y de Apocalipsis.
Éxodo
40:1-3 y Apocalipsis 11:19 El arca del testimonio o del pacto estaba
en el tabernáculo y también en el templo
en el cielo.
Éxodo
27:1-2 y Apocalipsis 6:9 El altar de bronce donde se quemaban los
animales ofrecidos en holocausto tiene su contraparte en el cielo. Los mártires
de la tribulación están asociados con este altar porque su devoción a Dios será
como un holocausto y ofrenda de amor.
Éxodo
30:1-3 y Apocalipsis 8:3-5 El altar del incienso representa la
intercesión tanto en el tabernáculo, como en el templo en el cielo.
Éxodo
30:18-19 y Apocalipsis 4:6 La fuente de bronce en el tabernáculo corresponde
al “mar de vidrio” en el templo del cielo. “Mar” en este caso no quiere decir
un océano, sino un recipiente grande para agua. (Véase 1ª de Reyes 7:23-26 que
habla del “mar” que hizo Salomón para el templo de Jerusalén.)
Éxodo
25:31-32 y Apocalipsis 4:5 El candelero de oro que tenía siete
lámparas corresponde a los siete lámparas de fuego que están delante del trono
de Dios.
- Nuestro
sumo sacerdote tiene un ministerio mejor, porque se basa en un pacto mejor.
Hebreos 8:6.
Pero
ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto,
establecido sobre mejores promesas.
Moisés
fue el mediador del pacto antiguo, el de la ley. Dios decretó los diez
mandamientos desde el monte Sinaí al oído de todo el pueblo, pero ellos se
asustaron tanto que rogaron a Moisés hablar con Dios a su favor (Exodo
20:18-20). Prometieron obedecer todo lo que Dios les mandara con tal que no
tuvieran que oír su voz. Dios estuvo de acuerdo y entregó la ley a Moisés para
que él la diera al pueblo.
Lamentablemente,
el pueblo de Israel pronto olvidó su promesa. Moisés sirvió fielmente como
mediador, pero los israelitas quebrantaron el pacto antes de terminar los
primeros 40 días. Moisés todavía estaba en la montaña recibiendo la ley de boca
de Dios cuando el pueblo instó a Aarón a hacerles un Dios visible que podían
adorar. El les hizo un becerro lo cual adoraron descaradamente (Exodo 32). El
pacto que Dios hizo con Israel por medio de Moisés fracasó, no porque era
defectuoso en sí. Antes era puro, santo y bueno. El problema no fue la ley,
sino el corazón pecaminoso del pueblo. La ley podía decirles lo que era bueno,
pero no tenía poder para ayudarles a cumplirla. No podía cambiar el corazón.
Ahora
bien, Jesucristo también es mediador de un pacto entre Dios y los hombres. De
hecho, es el único mediador entre Dios y los hombres porque es Dios y también
es Hombre (1ª a Timoteo 2:5). Jesús es mejor mediador que Moisés, porque él
estableció un mejor pacto. El pacto de la ley prometía bendición por la
obediencia, y maldición por la desobediencia. Dependía de la sumisión del
pueblo a sus preceptos. En cambio, el nuevo pacto que Jesús proveyó está basado
en la obediencia de él. Promete un cambio de corazón, y establece comunión
directa con Dios.
C. CONCLUSION
El nuevo pacto se está cumpliendo hoy a nivel
personal a través de la Iglesia.
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