domingo, 26 de septiembre de 2010

Hebreos 6:4-8

COMO PEREGRINOS, DEBEMOS AVANZAR
Hebreos 6:4-12

Un refrán viejo dice que “el viaje más largo empieza con un solo paso”. Para llevar a cabo cualquier proyecto, tenemos que empezar. Tenemos que proponer hacerlo, y luego tomar la decisión de arrancar. Luego, tenemos que avanzar. El que corre en una competencia toma un paso a la vez, pero sigue tomando pasos hasta llegar a la meta. ¿Qué pasa si se detiene por la mitad de la carrera, diciendo que está cansado y que no quiere correr más? Pues, claro, será derrotado en la competencia. No pierde la vida, pero pierde el gusto de terminar con honor la carrera.

De la misma manera, Dios quiere que sus hijos prosigan a la meta de la victoria en Cristo. El nos regala la vida eterna, nos da el Espíritu Santo para darnos el poder necesario para vencer el pecado, y nos da la orientación que necesitamos en su palabra. Lo que nosotros tenemos que hacer es echar mano a sus provisiones, y por la fe avanzar en nuestra caminata a su lado. De esto trata este pasaje de Hebreos.

A.   LA AMONESTACION. Hebreos 6:4-8.

1.   El creyente puede sufrir graves consecuencias si se rebela contra Dios. Hebreos 6:4-6.
Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio.

Debemos concretar de una vez a quienes está dirigido este pasaje. Vemos que se refiere a las personas que han sido iluminados espiritualmente. El no creyente puede entender algunos hechos históricos y textuales acerca de la Biblia y del cristianismo, pero de ninguna manera se puede decir que ha sido iluminado, porque esto es lo que hace el Espíritu Santo en el momento de la conversión.

Hebreos 10:32  Pero traed a la memoria los días pasados,  en los cuales,  después de haber sido iluminados,  sostuvisteis gran combate de padecimientos;
     
Los iluminados son creyentes. Son iluminados en el momento de creer. Además de ser iluminadas, estas personas “gustaron del don celestial y de la buena palabra de Dios”. Gustar tiene que ver con participar activamente. En el español la palabra “gustaron” pudiera significar que les llamó la atención, pero que no entraron de lleno. En el griego no queda esta posibilidad. Quiere decir precisamente que recibieron el don celestial, y que creyeron en la buena palabra de Dios.

Leamos Hebreos 2:9, para entender el concepto de gustar.
Hebreos 2:9 Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles,  a Jesús,  coronado de gloria y de honra,  a causa del padecimiento de la muerte,  para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.

Cuando Jesús gustó la muerte por nosotros, participó de lleno en ella. No es que le llamaba la atención, ni que la probó con delicadeza para ver cómo era. De ninguna manera. Cuando Jesús “gustó la muerte”, murió. De la misma manera, la persona que gusta del don celestial lo ha experimentado en su vida. Es creyente e hijo de Dios.

Las personas mencionadas en Hebreos 6:4-6 “fueron hechos partícipes del Espíritu Santo”. Ningún inconverso “participa del Espíritu Santo”. Jesucristo prometió enviar al Espíritu Santo sobre los que creen en él (Juan 14:22-26 y 15:26).

Leamos  Hebreos 12:8. ¿De qué participan los creyentes en este texto?

Hebreos 12:8 Pero si se os deja sin disciplina,  de la cual todos han sido participantes,  entonces sois bastardos,  y no hijos.

Participan de la disciplina cuando se rebelan contra la voluntad de Dios.

¿Cómo te ayuda a entender la manera que el escritor de Hebreos usa la palabra “participar”?
Los que participan de la disciplina sufren de alguna manera por su mal comportamiento. Participar de la disciplina quiere decir sufrir disciplina. De la misma manera, participar del Espíritu Santo quiere decir recibir el Espíritu Santo en la vida. Esto sucede en el momento de creer según Efesios 1:13-14.

Las personas señaladas en Hebreos 6:4-6 han gustado los poderes del siglo venidero. ¿Cuál es el siglo venidero? Es la eternidad al lado de Jesús en su hogar. Mientras estamos en esta vida no disfrutamos de lleno lo que vamos a experimentar en el cielo, pero Dios nos da la muestra. Tenemos paz en el corazón, podemos comunicarnos con Dios, y el Espíritu Santo es nuestro constante compañero. Ninguna de estas cosas se puede decir del inconverso.

Concluimos que los recipientes de esta amonestación son creyentes verdaderos. Han creído en el Señor Jesucristo, y han recibido el Espíritu Santo. Son de Dios, porque han recibido la salvación de la mano de Dios, y han disfrutado algunas manifestaciones de ello en su vida. ¿En qué sentido, entonces, pueden “recaer”? Vamos a escudriñar este punto, porque es uno de los puntos más polémicos de todo el Nuevo Testamento.

         Dos interpretaciones incorrectas del pasaje.

(1)  Las personas que “recayeron” no eran creyentes. Según este argumento, fueron personas que oyeron el evangelio, hicieron una profesión de fe, anduvieron por un tiempo como si fueran creyentes, pero nunca lo eran de verdad. Judas sería un ejemplo de esta clase de persona. Anduvo con los demás apóstoles, y Jesús lo trató por igual a los otros, pero él nunca era salvo, y al final mostró su verdadera posición. Según esta interpretación, cuando “recaen” estas personas vuelven al mundo, renuncian la fe que antes habían abrazado, y se apartan de Cristo. Lo hacen porque nunca eran de Cristo. Su decisión final determina su destino eterno, y no queda para ellos arrepentimiento.
Ahora bien, este escenario es verdadero. Algunas personas aparentemente siguen a Jesús por un tiempo, y luego rechazan su fe. Algunos hasta predican en su nombre, igual que el apóstol Judas. Un ejemplo famoso de esta clase de deslealtad a Cristo es el caso de Carlos Templeton.

Aunque suceden casos así, esto no es el enfoque de Hebreos 6:4-6. La interpretación tiene varios problemas basados en el texto mismo. En primer lugar, como hemos visto, las palabras que usa el escritor con relación a la experiencia espiritual de estas personas indica una fe verdadera. Es difícil imaginar lenguaje más claro para indicar que ellos son hijos de Dios. En segundo lugar, la palabra “recaer” no indica apostasía (el renuncio y repudio de la fe), sino quiere decir literalmente “caer al lado”. El escritor está hablando de un caso grave, pero no tan severo como el que repudia a Cristo.

(2)  Las personas que “recayeron” eran salvos, y perdieron la salvación. Esta es la posición de gran número de comentaristas. Hay dos graves problemas con esta interpretación. Primero, una de las reglas básicas de interpretación bíblica es que entendemos pasajes difíciles a la luz de pasajes más claras. El mismo Espíritu Santo inspiró toda la Biblia, y él no se contradice. En muchos textos cristalinos vemos que somos salvos por los méritos de Jesucristo, no por lo que hacemos o dejamos de hacer. Vamos a mirar de paso algunos de estos textos.

¿Qué enseñan los siguientes pasajes acerca de nuestra salvación eterna?

1ª de Juan 5:10-12.           Dios da testimonio a la persona que cree en Cristo de que es hijo de Dios. El que tiene a Jesucristo por la fe, tiene vida eterna.
Romanos 5:1-2.       Dios nos declara justos basados en la obra de Jesús a nuestro favor. Estamos firmes en nuestra fe porque ella está basada en la obra completa de Cristo.
Romanos 5:8-10.    Jesús murió por nosotros siendo pecadores y enemigos de Dios. Cuánto más nos mantendrá ya que hemos creído en él.
Juan 1:12.                 Los que creen en Jesús como Salvador nacen en la familia de Dios, así como un niño nace en una familia humana. Ningún niño puede “desnacer”, de modo que ningún hijo de Dios puede perder su posición en la familia. (La palabra griega “hijos” en este versículo quiere decir “nacidos”. Es el mismo término que se usa de un niño cuando nace en una familia.)
Efesios 2:8-10.          Recibimos la salvación gratuitamente cuando creemos en Cristo como Salvador. No podemos ganarla por nuestras buenas obras, pero después de ser de Dios, debemos actuar de acuerdo con su voluntad.
Hebreos 10:12-14.  El sacrificio de Cristo, hecho una vez para siempre, perfecciona para siempre a los que creen en él. El sacrificio de Jesús no pierde su eficacia cuando pecamos. De hecho, él murió por todos los pecados, y su resurrección prueba que no queda ninguno que no sea perdonado. Nos perfeccionó para siempre.
Filipenses 1:6.           Dios cumple lo que empieza. Cuando empieza una obra en la vida de una persona, llevará esa obra a la perfección. Cuando Dios nos recibe como hijos en el momento de creer en Cristo, empieza una obra de purificación que terminará cuando estamos en su presencia. Esta obra depende de él, no de nosotros.

Segundo, Hebreos 6:4-8 enseña que es imposible que la persona que “recae” sea renovada para arrepentimiento. Si “recaer” quiere decir “perder la salvación”, es imposible que la persona sea salva de nuevo. Los que enseñan que el creyente puede perder la salvación también enseñan que pueden ser salvos de nuevo si se arrepienten. No pueden usar este pasaje para probar su doctrina, ya que enseña lo opuesto.

    Tres interpretaciones posibles del pasaje. 

(1)  Es un ejemplo hipotético o teórico que no puede suceder en la realidad. Los que toman este punto de vista dicen que el pasaje está dirigido a verdaderos creyentes con el propósito de llevarles a la madurez espiritual. El argumento del pasaje según esta interpretación se desarrolla de esta manera: “Digamos que un creyente no prosigue a la madurez. ¿Esto quiere decir que pierde la salvación? ¡Imposible! Si alguien pudiera perder la salvación, no sería posible recobrarla. Si alguno de los que han creído en Cristo perdiera la salvación, esto traería vituperio sobre Jesucristo, porque él ha prometido guardar a los que han confiado en él. El sacrificio de Cristo habría sido hecho en vano. Tal idea es imposible aun imaginarla.” [Exponentes de esta interpretación: Charles Ryrie en la Biblia de estudio Ryrie, y Warren W. Wiersbe en The Bible Exposition Commentary (Comentario de exposición bíblica).]

(2)  Los creyentes que renuncian su fe no pueden recobrar el ministerio que perdieron. Los que toman este punto de vista ven en la amonestación una verdadera posibilidad, y no solamente un caso teórico. Para ellos “recaer” significa “caer en apostasía”. Los que renuncian su fe (sea por causa de la persecución, de dudas, o de caer en la trampa de la falsa doctrina), están poniéndose al lado de los que crucificaron a Jesús. Los judíos crucificaron a Jesús porque rechazaron su pretensión de ser el Mesías. La persona que rechaza a Cristo hoy, o niega la fe, está diciendo en efecto que los líderes del judaísmo tuvieron la razón cuando lo entregaron a la muerte. De esta manera están trayendo vituperio sobre el nombre del Señor. El resultado de esto es que pierden las oportunidades que Dios les había dado para servirle. Su corazón está endurecido hasta tal punto que no pueden ser renovados al estado de arrepentimiento que mostraron al principio de su vida con Cristo. Para volver a ser útiles para el Señor, se necesitará severa disciplina, la cual se ve en Hebreos 6:7-8. [Exponentes de esta interpretación: John F. Walvoord y Roy B. Zuck en The Bible Knowledge Commentary (El comentario de conocimiento bíblico).]

(3)   El creyente no puede ser renovado mientras está tratando a Jesús de manera despreciativa. Es interesante que las palabras “crucificando” y “exponiéndole a vituperio” son participios que muestran acción continua pero limitada a cierto tiempo definido. La frase podría ser traducido correctamente: “mientras están crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y mientras están exponiéndole a vituperio”. En este caso, la persona que “recae” ha negado a Jesús, y mientras está en esta condición está trayendo oprobio sobre su Salvador. No puede ser llamado al arrepentimiento y la restauración hasta que deje su mal camino. Esta interpretación cobra peso cuando vemos que el pasaje en cuestión está seguido por otra que se refiere a la disciplina de Dios (Hebreos 6:7-8). El creyente “recaído” sufrirá fuerte castigo para que vuelva a tener una vida fructífera. Todo este sufrimiento se evita si el creyente prosigue a la madurez espiritual, lo que está proponiendo el escritor de Hebreos. [Exponente de esta interpretación: Warren W. Wiersbe en The Bible Exposition Commentary (Comentario de exposición bíblica).]


  1. El creyente que produce fruto espiritual recibe bendición, y el improductivo recibe castigo. Hebreos 6:7-8.
Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios, pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada.

El autor de Hebreos prosigue a ilustrar su enseñanza con un ejemplo del campo. En una finca grande puede haber campos fértiles y productivos, y otros llenos de maleza. Todas partes de la finca reciben el beneficio de la lluvia y del sol. El mismo agricultor está atendiendo a todos los campos por igual. Sin embargo, habrá unas partes de la finca más productivas que otras. Ahora bien, cuando el agricultor ve que una parcela no produce nada sino espinos y maleza, ¿quita aquel campo de su finca? ¡Por supuesto que no! Más bien quema la maleza para que el campo pueda producir buen fruto.

Algunos creyentes se han asustado leyendo estos versículos pensando que la quema del campo representa el infierno eterno. Esta interpretación no toma en cuenta la naturaleza agrícola del ejemplo. Quemar un campo no daña la tierra, sino quita los espinos y abrojos. No se hace con el propósito de destruir la tierra, sino para quitar de la tierra lo que estorba para que dé buena cosecha.
Vamos a hacer una comparación entre los elementos del ejemplo y la vida espiritual del creyente.



La Ilustración del Campo:


La Explicación del Ejemplo:
Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella
Dios da muchas bendiciones a todos sus hijos por igual. Nos perdona basado en el sacrificio de Cristo. Nos da el Espíritu Santo. Nos da su palabra para guiar y fortalecernos. Nos da un ministerio dentro del cuerpo de Cristo. (Y mucho más.)
y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios,
Cuando estas bondades resultan en obediencia y crecimiento espiritual en la vida del creyente, Dios se agrada, y él da más abundante bendición. Esta no es necesariamente prosperidad material, aunque el Señor ha prometido suplir nuestra necesidad. Puede ser gozo en el alma, numerosas oportunidades para servirle, respuestas a la oración, y/o galardones en el cielo.
pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida,
El creyente que no produce fruto para el Señor en su vida, está exponiéndose a la disciplina de Dios, y la sufrirá. ¡Dios no maldice a sus hijos! ¡Maldice el pecado en su vida! En su amor, el Padre hará lo necesario para que su hijo deje el mal camino, y produzca fruto para su gloria.
y su fin es el ser quemada.
El fin del creyente que neciamente sigue pecando a pesar de las amonestaciones del Espíritu Santo, la dirección de la palabra de Dios, y la reprensión de creyentes maduros que tratan de provocarle al arrepentimiento es triste. Tendrá que soportar disciplina fuerte de la mano del Señor. Hebreos 12:3-11 habla de esto, y lo estudiaremos más adelante.

En fin, debemos dejar de preguntar: ¿cuántos pecados puedo cometer antes de que Dios me castigue? Debemos más bien procurar proseguir a la madurez espiritual, y producir fruto para nuestro Señor.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Dios le bendiga hno, buen mensaje. yo siempre hé creído que la salvacion no se pierde se Obtiene por gracia atravéz de la fé en cristo jesus.

Unknown dijo...

Excelente yo siempre e creído que la salvación no se pierde. pero muchos hermanos confunden eso que dicen que si tu cometes un pecado cualquiera que sea y te mueres en ese momento sin arrepentirte de ese pecado te vas al infierno que barbaridad.

Unknown dijo...

El salmos 51

Anónimo dijo...

He leído varias explicaciones y esta es la que me parece muy bien argumentada. Gracias por su ayuda

Anónimo dijo...

Sin arrepentimiento no hay perdón de pecados